martes, 22 de diciembre de 2009

Navidad

Descendieron del coche super felices, era Nochebuena, la noche en la cual se juntaban con la familia. Los niños no esperaron a sus padres, estaban deseosos de ver a los abuelos que los esperaban con los brazos abiertos en la entrada de la casa. Lucia y Pablo respiraron hondo y se cogieron de la mano. Avanzaron tranquilamente hasta la puerta y cuando la traspasaron ya había llegado la mayoría de la familia. Hermanos, cuñados, sobrinos, abuelos, todos con cara de felicidad.. bueno, quizás unos mas que otros.
Los hombres se quedaron en la salita con el abuelo hablando de muchas cosas, todas las mujeres se marcharon con la abuela a la cocina a terminar de preparar la mesa, la comida y refinar los detalles. He dicho antes que todos los hombres se quedaron en el salón... todos no... Antonio, le gustaba mas estar en la cocina, preparando deliciosos aperitivos y su tradicional tarta navideña. Le encantaba estar entre sus hermanas y sus cuñadas al lado de su madre y oír los cotilleos que volaban por la amplia cocina.
Los chiquillos se iban a la gran habitación de juegos, donde la abuela tenia una gran colección de juguetes antiguos y donde residía el gran baúl, un baúl en el cual siempre encontraban cosas con las que pasárselo bien.
Todo estaba perfecto en el comedor, la abuela cogió su campana especial de Navidad y la hizo sonar en todas las estancias. Primero en la de los mas pequeños, después en el salón.
La cena estaba como siempre llena de dulce ambrosía y todos comieron copiosamente. A las once y media esta había terminado, con lo cual todos se abrigaron lo mejor posible y se marcharon para la iglesia, el Mesías nacía esa noche y había que celebrarlo como Dios manda, en la misa del gallo.
Cuando llegaron a casa la abuela encendió las velas ante el nacimiento que residía en el salón. Saco la guitarra y todos se sentaron en corro ante el Belén. Cantaron villancicos, bailaron sevillanas, tomaron turrón, mantecados, sidra y champán, los mas pequeñas se les permitia un licor de mora sin alcohol, y la noche dio paso a la madrugada. Poco a poco el sueño y el cansancio fue haciendo mella en todos y los últimos que se acostaron, como siempre, fueron el abuelo y la abuela, pues a pesar de todos eran los que mas aguantaban la juerga.
Al siguiente día, día de Navidad, poco a poco la casa fue despertando y para la hora de la comida estaban todos de nuevo sentados en la gran mesa de comedor. La comida fue mas ligera, pues cualquiera se daba otro atracón. El día transcurrió mas tranquilo, no faltaron de nuevo los villancicos, ni la guitarra, ni la pandereta. Al caer la tarde todos se despidieron y cada uno volvió a su casa, a su rutina. Los niños eran los que peor llevaban aquello, pues los juegos en la casa de la abuela siempre eran especiales.
Lucia y Pablo salieron del coche con sus dos hijos, subieron al piso y al pasar el umbral la cara de felicidad se desdibujo. Habían sobrevivido un año mas, un año mas llevando la mascara de que todo iba bien, de que no pasaba nada, aunque en su interior sabían que su amor estaba roto para siempre.

3 comentarios:

D´Paula dijo...

Es triste cuando el amor se acaba. Me los imagino queriendo que la realidad de unas horas antes fuese eterna, fuese al menos, eso, real. Pero cuando la triste situación de reconocer que ese amor se ha perdido tiene que dar mucha pena e impotencia. Lo peor, pienso, es tener que disimular ante la familia. Yo les aconsejaría una cura de humildad, reconocer su situación y pensar, que aunque trumático al principio, podrían volver a sentir la felicidad.

Por otro lado, la escena que describes de la nochebuena es un auténtico cuadro de tradiciones y costumbres, una escena en miles de casas vividas desde hace décadas. Todos, al leerla, recordamos nuestras cenas de navidad. enhorabuena, he podido leer algo tan real.......
Un beso

Gatadeangora dijo...

Espero que sigas el relato, yo por mi parte estoy deseandolo.

Besos

Ana dijo...

Pues si D'Paula, aunque no hay nada entre ellos se puede uno imaginar que tampoco hay odio, que se cogen de la mano, que aguantan el tiron a cara de la familia, a cara de sus hijos, que hay algo aun que hace que vivan juntos al menos, como amigos y no como enemigos y que puede ser que añoren un poco cuando todo era mucho mas que una amistad.
Un beso y feliz Navidad
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Pues creo que si, que este relato tendra continuación pues al menos tendremos que contemplar la fiesta con esta pareja.. ¿no crees?
Un beso gata de Angora y Feliz Navidad!