lunes, 30 de noviembre de 2009

El despertar

Llego y entró precipitadamente a la casa, estaba nerviosa pues presentía que algo estaba a punto de estallar. De la cocina salía un delicioso olor que envolvía la estancia. Entró en la misma y vio a María que sacaba algo del horno.
- María, ¿Ha llegado ya Leonardo?
- No, pero no creó que tarde en llegar, cuando me llamo le dije a la hora que me habías dicho que querías comer.
- ¿Te ha llamado?... ¿le dijiste que me llamara?
- Si… ¿No lo ha hecho?
Rosa miro el móvil nerviosa y vio una llamada perdida de su marido, seguramente habría sido en la steticien y no se había dado cuenta hasta ese momento.
- Pues…- el sonido de un coche le corto la conversación. – …Ya esta entrando.- dudo un instante.- Dile que estoy en la piscina tomando un aperitivo… ¿Tienes algo preparado?
María sonrío con tranquilidad.
- Siempre tengo algo, anda ve y ya voy yo con algo dentro de un momento.
Rosa se sentó algo alterada en el porche que daba a la piscina, María llego al momento con una cerveza bien fresquita y un buen plato de jamón y queso.
- Gracias María.
María sonrío y entró de nuevo hacía dentro. Pasaron cinco largos minutos, para Rosa aquella fue quizás una de las esperas mas largas de su vida. Estaba dando la espalda a la puerta de acceso, mirando hacia el jardín e intentando relajarse en las aguas tranquilas y cristalinas de su piscina. Oyó pasos acercándose… pero no solo los típicos de su esposo… si no los de alguien mas, quizás fuera María para traerle a él también una refrescante cerveza… aunque tampoco sonaba a los de María…
- Rosa…- su nombre fue nombrado a la misma vez que notaba la calida mano de su amado en el hombro. Se estremeció al contacto.- …te he llamado y no me has contestado.
Rosa se levanto y se dio la vuelta. Se quedo petrificada, no lo podía creer.. Era la mujer que había descrito su “amiga” y estaba allí en su casa, con su marido… pero esa cara le sonaba muchísimo..
- Te presento a Julia, no se si te acordaras de ella.
Julia… la pesadilla había vuelto después de tantos años, otra vez ella. Noto que le subía un potente ataque de celos, un ataque que le hacía gracia pensar que resultaba ser de adolescentes… y ahora si la recordó, pero en aquel periodo en que visitaba a sus hijos no supo porque nunca la había relacionado con la “Julia de su marido”… fue la pediatra de sus cinco hijos. Entonces el subidon se le vino de pronto abajo, pues la recordaba como una mujer fiel a su marido, fiel hasta la muerte, no en vano mas de una vez había ido a su consulta con signos claros y evidentes de mujer maltratada. Moratones en los brazos, en la cara, el labio partido. Recordó con claridad una de aquellas veces en las que visito a una de sus niñas que llevaba un ojo prácticamente cerrado por un golpe, esa vez ella misma la acompaño a la sala de curas para que se lo mirasen y se lo curasen. En la sala de curas le hicieron preguntas, la examinaron delante de ella y al descubrir algunas partes de su cuerpo encontraron más moratones. Julia solo dijo que se había caído en su casa, nadie de los que se encontraban en ese momento en la sala se creyó aquella versión. Aquella noche Rosa se planteo la buena y placentera que era su vida, lo maravilloso que era su marido y se sintió intensamente afortunada. Al recordar todo aquello le dio un pinchazo el corazón, pues se acordó del albañil y de su pacto para no encontrarse, se imagino la soledad que podría haber tenido esa mujer sometida al yugo de aquella bestia… pues no podía tener ni siquiera un nombre alguien así. Se sintió culpable, pues quizás si en aquel momento no se hubiera dejado llevar por esos celos hubiese acudido a su amigo para salir de esa situación… como siempre le había contado Leonardo.. Julia era como su alma gemela, siempre había sido así.
- Rosa, cariño… ¿te pasa algo?
Rosa volvió de todos sus pensamientos, de sus reflexiones.
- No…. no me pasa nada.- pasaron unos segundos mas.- Es que me acuerdo de ella… quizás demasiado bien.- hizo una pausa.- Sobre todo porque tuve a tus cinco hijos conmigo en pediatría.
- Bueno, en realidad tengo nueve hijos… usted me ha llevado a los cinco mas pequeños.
- ¿Y su marido?.- el maltratador pensó.- ¿Cómo se encuentra?
- Murió.. Y en realidad estaba tan desesperada que lo único que se me ocurrió fue llamar a su marido.- bajo la voz, como avergonzada.- Es que antes era mi mejor amigo… siento mi atrevimiento, quizás no debería..
- Mi marido es el hombre mas maravilloso del mundo.- Sonrió al añadir.- Ha hecho muy bien en llamarle. Él a pesar de los años que han pasado ha sabido responder sin dudarlo un momento.
Leonardo se quedo algo sorprendido por las palabras de su mujer, llevaban tanto tiempo sin hablar que los halagos recibidos habían sido como un chorro de agua fresca. Miro a su mujer con ojos nuevos, llenos de esperanza, de amor, de algo que creía perdido en algún rincón de su alma. Ella le devolvió la mirada con una felicidad encontrada en unos segundos de celo y de comprensión. Aquello que pensaban evaporado y se lo había llevado el viento del olvido de alguna manera renació en sus corazones. Quizás necesitaban una chispa, un motivo, y ese motivo llevaba el nombre de Julia.
- Entonces…- dijo tímidamente Julia.
- ..Que me alegro de que haya llegado hoy a mi casa. De que haya tenido el acierto de llamar, de que este aquí para comer con nosotros.- Rosa parecía otra, había luz en sus ojos, la luz de la esperanza.- Pasemos al salón, se me ha abierto el apetito.
Los tres pasaron a un salón donde esperaban verdaderas ambrosías y disfrutaron de ellas con deleite. La velada se alargo. Por primera vez, después de algunos años, la cena la hicieron en casa. Esta fue preparada con esmero por una renovada y agradecida Julia que tenía el don de la cocina. La madrugada los pillo con una copa de champán en la mano brindando por la amistad, por la amistad verdadera. Julia se sintió arropada por aquellas dos personas maravillosas, y supo que ya nunca más estaría sola.
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Entro al dormitorio después de haberla llevado a casa y su esposa la esperaba con una adorable sonrisa.
- Sabes que…
- ¿Qué?
- Sentí celos cuando te vi con ella y comprendí que no todo estaba perdido cuando note tu mirada de sorpresa en mí.
Él no contesto, la beso como si fuera la primera vez y sintió los mismos nervios que su primera vez en la noche de bodas. Notó que ella temblaba entre sus brazos y una pasión que creía desaparecida para siempre lo invadió todo.

Los primeros rayos del amanecer se colaron por la ventana y sobre el lecho, abrazados, recibían la calidez de una segunda luna de miel.




3 comentarios:

Gatadeangora dijo...

Me ha encantado, como siempre.

Besos

noeli dijo...

tienes un don amiga, yh no telo digo por decir, me trasportas y me encanta..simplemente genial. Unbeso enorme y gracias por compartirlo, ojala y te anmes y escribas mucho mass

Ana dijo...

Pues con este relatillo termino los relatos de otoño.. me alegro de que te haya gustado.
Un beso Gata de Angora!
Pd. Pero seguire escribiendo, relatos de Navidad??... quien sabe??
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Siempre es bueno compartir los dones.
Un beso!